
La mañana había sido dura, pero al menos había conseguido sacar el cuello. Le había quedado un informe urgente por hacer, pero podría colgarlo en la web desde casa. Tenía toda la tarde por delante.
Después de comer unas lentejas recalentadas que le supieron a gloria, decidió concederse quince minutos de descanso.
Arrebujándose en el sillón, se dio cuenta de que no se había tomado la pastilla de las cuatro. Acabó la botella al llenar el vaso de agua, y cuando fue al lavadero para tirarla a la basura correspondiente -tiene cuatro cubos distintos- no cabía ni una pajita. Sacó la bolsa y, mientras la ataba, vio que la lavadora había terminado su labor así que se dispuso a quitar del tendedero la ropa ya seca para hacer sitio a la nueva remesa.
En el vestidor, donde fue a dejar la ropa seca en el canasto de la plancha, estaban las camisas que había planchado Toñi esa mañana, aun por meter en el armario, pero no se paró en eso, primero lo primero, tenía que tomarse la pastilla.
Llegando a la cocina sonó el teléfono. Mientras atendía la llamada comenzó a abrir el correo que estaba sobre la mesilla ¡Otra vez me han cargado el recibo del seguro que no me hice! Al colgar, llevó la notificación del banco a su bolso para no olvidar pasarse al día siguiente y allí estaba el resguardo de correos para recoger una notificación de Hacienda….siete días naturales….el 21 fue… miércoles…¡hoy es miércoles!
Se atusó un poco el pelo, cogió las gafas de sol -¡gracias a Dios que hace sol!- y el bolso y salió corriendo. Con un poco de suerte le daba tiempo de pasar por Correos antes de recoger a las niñas del conservatorio.
- Sí señora, son siete días naturales y el séptimo fue ayer. Ya tiene que estar en devolución.
- ¿Y dónde está devolución?
- Devolución no tiene atención al público. Ya no hay nada que hacer, pero no se preocupe, seguro que vuelven a enviársela. Siempre lo hacen.
Cuando llegó al conservatorio, las niñas estaban esperándola en la puerta.
- Mamá, ya he acabado el Letrilandia nº2, dice la seño que mañana tengo que llevar el siguiente. Y mañana es el cumple de Guille, tenemos que comprarle un regalo.
En la tercera librería desistió de llevarse el dichoso libro esa tarde. Lo pedirían al almacén y pasaría a recogerlo al día siguiente.
Después de comprarle una cometa a Guille y pasar veinte minutos de reloj en el parque, volvieron a casa. Deberes, baño, cena, jugar un ratito con las niñas, cuento para dormir y dejar las mochilas preparadas con la merienda para el día siguiente.
Por fin, un ducha reparadora para quitarse el día de lo alto y … atacar el informe pendiente.
Se acostó pensando que el día siguiente tenía la tarde ocupada con la reunión de la asociación de padres, así que debería escaparse del trabajo por la mañana para pasar por el banco y la librería. Estaba ya mas dormida que despierta cuando recordó que no había sacado la basura, la lavadora aun tenía la ropa dentro, las camisas fuera del armario y ¡mierda! ¡aun no se había tomado la pastilla de las cuatro!